Violencia en el teclado
Violencia en el teclado
Tuvo amistades peligrosas, se obsesionó con las armas, robó para poder jugar en red y se hizo cristiano evangélico. Damián cuenta cómo es ser un adicto al ciber en el ardor de Fuerte Apache.
CIBERAPACHE. “No nos matábamos en la calle pero matábamos dentro de la computadora”, dice Damián.
REDENCION. “Lo único que sabía hacer era caminar y mover el mouse para apuntar”.
FICHA PERSONAL
Damián M, 17 años.
Se declara adicto al ciber, en recuperación. Llegó a gastar 300 pesos en un día jugando con sus amigos.
Está en tercer año del colegio (repitió dos, "por culpa del ciber").
Sus debilidades: Battlefield Vietnam y Counter Strike.
Vive en Fuerte Apache con su mamá y sus hermanas menores.
Es cristiano evangélico y no se pierde ni una ceremonia religiosa de la "Catedral de la Fe" de Caballito.
Busca trabajo: sabe hacer instalaciones eléctricas.
PELIGRO: BANDA ANCHA
La imagen de hacinamiento condena: a cuatro cuadras de la Ciudad de Buenos Aires, 43 mil personas conviven en un barrio que fue pensado para 20 mil y que es considerado uno de los más castigados y a la vez peligrosos en la historia delictiva argentina. Ni los operadores de cable ni los proveedores de Internet quieren entrar a Fuerte Apache para conectar sus servicios, aún cuando se trata de un nicho con mucho potencial de consumo. Según un estudio de Clarín y D'Alessio Irol sobre Internet, durante el 2006, son los niveles socioeconómicos más bajos los que concentran un crecimiento exponencial de conectividad: "El nivel C3 y D que en el 2005 se conectaba básicamente en cibers y locutorios, está indicando durante el 2006 el crecimiento de los accesos desde el hogar. En este sentido, el proceso sería de conocimiento de los jóvenes C3 y D de Internet en cibers y locutorios y luego la incorporación de conexión en el hogar de la mano de estos jóvenes. Como los chicos ingresan a Internet por locutorios y cibers con banda ancha, la primera conexión en su hogar a la que aspiran es de este tipo", dice el análisis.
"El barrio es lo más seguro que hay porque acá nos conocemos todos, si salen a robar es afuera, no van a robar acá adentro", explica Osmar Molina, vecino de Fuerte Apache. Y sigue: "Ahora acá está todo muy bien y muy tranquilo, tiroteos hay pocos y los chicos se están portando cada día mejor, no entran porque no nos conocen".
Los barrios de Villa Soldati y Bajo Flores atraviesan la misma situación y allí sus vecinos se organizaron y presentaron una queja a la Defensoría del Pueblo por sentirse discriminados por las empresas de Internet y cable. En el Fuerte, en cambio, la falta de televisión por cable fue solucionada con una estrategia argentinísima: un vecino consiguió la licencia de un operador de cable y lo distribuye internamente con insólitos beneficios: 40 pesos mensuales que incluyen los codificados con los partidos de fútbol del domingo. Autosuficiencia sin intermediarios.
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