1/27/2008

secreto en la familia

P esa, agobia, hunde. El secreto, esa verdad mezquina y cocida a punto, suele amordazar a la mejor de las intenciones para batirse a duelo con la duda. Así de mal se llevan el silencio del que calla y la sospecha de quien intuye. Enredos de alcoba, pasados secretos, nacimientos o muertes adulteradas sazonan el paso de los días de unos cuantos que creen conocer el fin –de la paz familiar, sobre todo– el día en el que eso –que no debía saberse– llega a oídos de sangre de su sangre. Y agarrate, Catalina.
"Empecé a notar silencios tensos y rumores en la familia. Los cuchicheos decían que el bebé que esperaba esa tía mía de La Pampa era de mi papá", hace memoria Norma Maceda (60). Carcomida por la duda, con apenas doce años, un buen día se animó y en medio de una discusión le preguntó a su padre si esa otra nena era hija suya también. Y sí, fruto de los viajes de trabajo que el hombre hacía por el interior. Norma pensó en su mamá. ¿Lo sabría? Ella cree que debía sospechar que su marido tenía una doble vida pero que lo habría dejado pasar por el que dirán.
"Siempre fue un tema tabú entre nosotros tres. Más de 40 años estuvo presente el fantasma de la hija no reconocida."
José Lucero Velázquez (53) nació chileno y se hizo argentino. Lleva 31 años casado y sincera que nunca se dio la oportunidad de hablar" con su mujer ni con sus cuatro hijos –tal vez se estén enterando por estas líneas– sobre cómo fue su vida del otro lado de la cordillera hasta que cumplió los 23. Jamás aludió a que sus padres bebían de más ni a que sus cuatro hermanos eran, en realidad, de distintos padres. Nunca dijo que fue un chico de la calle desde los siete años, cuando se escapó de su casa porque su padrastro les pegaba a él y a su mamá. Calló que más de una noche durmió en las puertas de los estadios de fútbol, que se alumbró con velas que la gente dejaba a los santos, que se tapó con cartones y que hasta logró cierta familiaridad con prostitutas y ladrones. Que planeó robos que nunca cometió y que a los once se lo llevaron preso por vagancia y terminó en un hogar de menores, donde con los años conoció a uno de sus hermanos. Dice que no calló por vergüenza: "Estoy orgulloso de haber pasado cosas malas en esa escuela que fue la calle y haber salido adelante. Simplemente no se dio la oportunidad de contarle a mi familia esa etapa de mi vida".
Los secretos de familia son episodios que atentan contra la buena imagen personal, familiar y social y tienen que ver con el origen, la muerte o la vida sexual de algún miembro de la familia. Provocan vergüenza y son guardados bajo llave pero, tarde o temprano, aquello que nunca nadie debió haber contado sale a la luz y estallan la desesperación y la fractura.
"En todos los casos, los secretos se saben y no se saben al mismo tiempo", sentencia Sara Moscona, directora del departamento de Familia de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPG) y agrega que "en las infidelidades, muchas veces se prefiere no ver la realidad para mantener la relación".
Las familias tienden a cubrir las situaciones traumáticas que, con el tiempo, llegan a ocasionar males mayores entre quienes callan y quienes ignoran. Y hasta hay especialistas en psicogenealogía –que estudia el inconsciente familiar– que aseguran que un hecho silenciado resurge como un fantasma a través de las distintas generaciones de una misma familia hasta ser develado. ¿Cómo se revela lo que fue escondido durante años? ¿Llevarse el secreto a la tumba es una solución? ¿Cómo se hace –después de que se destapó la olla– para no morir ni matar en el intento? ¿Vivir en el silencio deja secuelas? ¿Se pueden restablecer los vínculos familiares después del baldazo de agua fría?
PACTOS DE SILENCIO
"Hay hechos que se ocultan –dice la psicóloga Moscona– porque la mente no tolera el sufrimiento. Por eso se generan 'pactos de desmentida', es decir cómplices alianzas inconscientes entre los integrantes de la familia, donde se niega todo."
A María Celina (42) y a su hermano, por ejemplo, les quemaba la cabeza saber quién era su verdadera madre. Habían sido adoptados y si bien siempre supieron verdad, cualquier intento por más allá del discurso familiar quedaba tapiado por el "ahora yo soy tu mamá". "Creo que por miedo perdernos nos educó en el silencio. Yo notaba que había cosas que se podían averiguar. Los únicos objetos que me conectaban con mi familia de origen eran unos aritos y una muñeca, pero también desaparecieron", recuerda.
¿Cómo revelar secretos que fueron guardados por años? Los especialistas recomiendan ir construyendo la verdad poco a poco. Moscona considera que "hay que ver hasta dónde el otro está capacitado para escuchar, y así ir develando, poniendo en palabras".
A Diana (45) le llevó años que para ella se tradujeron en siglos: "Cuando era chica tuve que estar unos días internada y al volver a mi casa las cosas había cambiado. Mi hermana se había ido a vivir a lo de una tía y todos estaban muy raros". Tardó en reunir las piezas del rompecabezas mudo despedazado por sus padres y su hermana. "Mi papá había abusado de mi hermana", confiesa por lo bajo.
VIDA SECRETA
En su libro La vida secreta de las familias , la terapeuta estadounidense Evan Imber-Black aconseja cautela a la hora de revelar un secreto: "Vaya despacio, no lo ventile en medio de un festejo. Es mejor pensar a quién se quiere informar y en qué orden. Prevea las reacciones de la gente y piense cómo responderá usted. Pues si se va a revelar un secreto, hay que tomar la responsabilidad acerca de lo que se genera".
Si lo sabrá Silvia (34), que decidió ocultar a su hija el suicidio del padre "para evitar mayor dolor". Recuerda que apenas sucedió, lo primero que le dijo a su nena –que entonces tenía once años– fue que su papá había tenido un accidente. "Traté de protegerla y por eso evité explicar las circunstancias. No podía decirle: 'Tu papá se ahorcó'. Ya demasiado difícil fue contarle que se había muerto", dice.
Las dudas que acechaban a la nena no le daban paz. Quería detalles y la verdad en versión libre se fue filtrando a través de relatos familiares. "Los datos fueron apareciendo con cuentagotas, a medida que ella iba preguntando –dice Silvia–. Primero sólo le dije que el papá se había suicidado. Recién en las últimas charlas surgieron los detalles más escabrosos: como que lo encontraron ahorcado, colgando de una puerta de la galería de la casa." Todavía no le contó todo, dice. Ahora su hija quiere encontrar la carta que su padre dejó.
En estos casos, los especialistas dicen que hay que tener en cuenta las circunstancias particulares y la edad de los chicos. Plantean que a veces un secreto también resguarda, que no siempre es conveniente decirlo todo y que hay cosas que pueden ser reveladas más adelante.
Ahora, ¿qué pasa si alguien descubre un secreto para el que no estaba preparado? "Cuando se rompe el pacto de silencio de forma drástica, la verdad deriva en lo que en psicología se denominan actuaciones: escándalos, separaciones, enfermedades mentales y hasta suicidios", explica Moscona.
A Elizabeth Rodríguez (25) el secreto familiar le valió una temporada de ataques de pánico. Cuando conoció a su padre, a los ocho años, tuvo que guardar silencio porque "no se podía decir nada". Esperó hasta los 18 cuando la verdad, tan guardada bajo llave, surgió de golpe y dejó secuelas.
Comenzó a frecuentar el entorno de la familia paterna sin revelar quién era ella. "En un cumpleaños familiar, una de mis hermanas me preguntó: '¿Y vos? ¿de dónde sos?, ¿amiga de quién?'.Yo no quería decir nada pero a partir de ahí crecieron las sospechas sobre mi identidad y finalmente se supo la verdad. Unos a otros se recriminaban: '¿Por qué me lo ocultaste?' y hasta una de mis hermanas vino con la madre a insultarme a mi casa."
Para María Celina la verdad sobre sus raíces llegó a los 32, cuando se decidió a buscar a su familia a través del programa Gente que busca gente . Cual telenovela de Migré, ese día su mamá adoptiva estaba en un cumpleaños familiar con la tele encendida. El cumple mutó en pesadilla mientras María Celina abrazaba a su verdadera mamá y a sus hermanos. En vivo y en directo supo que su padre, a los 58, había comprado por dos vacas a su mamá, una chica de apenas 14. Y que cuando la jovencita decidió separarse, el hombre le juró lagrimas de sangre antes de arrebatarle los cuatro hijos y dejarlos en un hogar de menores.
DESPUES DEL TEMBLOR
¿Cuáles son las secuelas que quedan en una persona que crece en un mundo de silencios? Según Mabel Meschiani, psicoterapeuta especialista en psicogenealogía, "los secretos –que esconden vergüenza– matan la posibilidad de ser uno mismo y tienen efectos traumáticos. Son fuente de malestar, conductas extrañas y enfermedades como depresiones, ataques de pánico, psicosis, síndrome de atención dispersa, obsesiones, trastornos de personalidad y aprendizaje. También pueden ocasionar enfermedades crónicas y graves –como asma, psoriasis, problemas gastrointestinales, estrabismo, cáncer, enfermedades mentales– y dificultar las relaciones de pareja, familiares y laborales".
Para Silvia, ocultarle a su hija el suicidio del papá tuvo su precio: "Peleábamos todo el tiempo. Mi hija se enojó conmigo y con el mundo. Se quedó sin amigas, se encerraba en su cuarto, lloraba, me abrazaba y después me rechazaba. Todo porque yo no le decía las cosas como eran. Después, cuando la verdad fue apareciendo, se quedó más tranquila, aunque con mucha culpa".
Elizabeth sufrió ataques de pánico por vivir ocultándose. "En terapia resolví que esta fobia tenía que ver con la relación incontrolable con mi padre. El venía cuando quería, cuando quería desaparecía y yo no tenía forma de comunicarme con él. Siempre tenía que ocultar mi existencia para evitar conflictos, pero con los años las mentiras generaron problemas mayores."
La psicóloga Moscona dice que "los chicos que conviven con un secreto pueden sufrir rigidez de pensamiento y hasta tener malos desempeños en la escuela porque se prohíben aprender".
Para Norma, las décadas sin poder hablar de la hija que su padre había tenido con su tía destruyó a la familia. "Mi mamá nunca fue feliz y mi papá tampoco. A mí se me hizo difícil tener una buena relación de pareja, porque no confiaba en los hombres. Después de hacer terapia aprendí a separar: mis padres eran mi pasado, mi pareja era mi futuro", dice.
EL FANTASMA DEL PASADO
En ocasiones, los secretos no se develan y se van a la tumba. ¿Y sanseacabó? Al parecer, no. Para Meschiani, "hay secretos vinculados a situaciones pasadas que, como hechos inconclusos, disociados de la conciencia personal y familiar, intentan resolverse, pasando de generación en generación".
El psicoanalista francés Nicolás Abraham observó que estos hechos encriptados en la conciencia familiar se expresan con un efecto ventrílocuo a través de las generaciones. Así lo explicó en su Teoría de la cripta y el fantasma : "En la primera generación un hecho vergonzante es un 'no dicho', ni siquiera es puesto en palabras en la segunda generación se convierte en un 'secreto de familia' y en la tercera en 'un impensable', es decir que en esas cosas no podemos siquiera pensar".
¿Cómo reaparecen estos hechos sepultados? La psicogenealogía dice que salen a la luz como compensaciones entre generaciones o como reiteraciones de situaciones que buscan una resolución: una hija puede repetir la misma enfermedad que la madre o la abuela o se pueden hasta reiterar hechos trágicos en las mismas fechas.
La psicóloga francesa Anne Ancelin Schützenberger dice que los sucesos inconclusos y las verdades no dichas transitan a través de los "vínculos transgeneracionales", a los cuales describe como "lazos inconscientes por donde circula de manera involuntaria la información familiar silenciada". En su libro ¡Ay, mis ancestros! detalla: "Somos un eslabón en la cadena de las generaciones, y debemos pagar las deudas de nuestros ancestros".
Otro exponente del movimiento transgeneracional es el psicoterapeuta alemán Bert Hellinger, quién creó en los '80 el método de las constelaciones familiares con el objetivo de que el sistema familiar pueda recuperar su equilibrio y desarrollarse en armonía.
Eduardo Fain, psicoterapeuta y constelador familiar del Centro Bert Hellinger Argentina explica que "cuando alguien pregunta por un problema actual, se tienen en cuenta los hechos traumáticos que sucedieron en las generaciones previas. Cuando en una historia familiar hay secretos, en la constelación se manifiestan como faltantes".
Patricia Marín (50) llegó a la constelación porque hacía años que no podía vender su casa. Allí surgió que lo que se lo impedía era un secreto familiar: sus padres se habían conocido en medio de un enredo amoroso y una tercera persona los había engañado. "El día que enfrenté a quien engañó a mis padres, la casa se vendió", dice.
Una vez que el secreto se desvanece, ¿se restablecen los vínculos? Norma no quiso saber nada de su media hermana. Su padre, ya enfermo, le pidió que se acercaran pero ella le dijo: "Para mí es una extraña". Cuando Diana supo que su padre había abusado de su hermana, estuvo años sin hablarle: "Sentía rechazo por él y culpa con ella. Pero puse una cortina de acero con el pasado y lo veo, aunque el dolor sigue".
"Poner fin a un secreto significa darle un lugar en la conciencia personal y de la familia", explica Meschiani.
Dicen que el alma pesa 23 gramos. ¿Y el silencio de un secreto?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Realmente esta es una noticia muy triste. Con nuestra cercanía al CeAC (a pesar que muchas veces no es física o permanente) todos pudimos conocer, poco o mucho, a Blanca. Tuvimos suerte de conocerla, conocer su energía, su taller, su entusiasmo, su disposición, su forma de ser... Los que vendrán podrán conocer a Blanca a través nuestro, de nuestros recuerdos, de nuestros relatos y de los rastros concretos que ella fue dejando en CeAC. En este último tiempo, en las reuniones de los miercoles de posgrado pudimos seguir de cerca y colaborar con un abrazo, un consejo o un apreton de manos con la angustia de Griselda.
Para todos un fuerte abrazo.
CARMELA