desde Cordoba
La pregunta no es nueva. ¿Qué nos da fuerza para seguir insistiendo día a día que las cosas se pueden cambiar, transformar con mas justicia?
Los encuentros se dan o no se dan. Pero últimamente se dan en ríos muy revueltos. Es dificil tener la claridad absoluta de por donde se va pisando y cada paso a merita un cuestionamiento o revisión -a veces dura de los propios compañeros de camino-.
Que nos da fuerza?
Primera respuesta: lo colectivo.
No es cualquier lógica colectiva. Porque esto nos llevaría a pensar valorativamente, lo colectivo es bueno, lo individual es malo. Sí podemos reconocer que históricamente se marcó, y aun tiene una fuerza importante, una confusión intencionada- que dejo de lado todo vestigio del entre-muchos (fernandez 2007) llamado individual que es una manera sencilla (producto histórico) de negar, ocultar, invisibilizar, minimizar la potencia de lo colectivo. Innumerables películas y programa de televisión muestran ejemplarmente y en particular toman cuerpo este olvido en la figura del líder (ej. Matrix)
La vivencia de transitar en la construcción de lo común marca. Pero se puede "marchar" con la seguridad de que en el mismo acto se funden sentidos distintos, algunos de los cuales son de absoluta mezquindad. Y esto también es de lo colectivo.
Otra lógica colectiva tiene que ver con la alegría, con la esperanza, con saberes varios, con "saberse" importante para estos otros del colectivo . Este saberse es fruto de la experiencia: es decir de un hacer, pensar y sentir. Desde el punto de vista de una lectura, es la insistencia de un sentido (a modo de fuerza, de puje). Lo cognitivo es solo la manera en que el sentido se representa, la insistencia es de un orden que excede los representacional. Por eso es: vivencia, transitar, experiencia.
Varios dispersos, tal vez, pero varios. No se da de antemano, se puede vislumbrar, hasta casi asegurar, pero se da en el momento, en el transitar entre-muchos.
Es transitar el umbral de romper lo "posible", el borde de la vivencia de "lo imposible"
No hay una única manera nada nuevo-, pero es la condición de base y reconocerla en si mismo es conflictiva porque la lógica imperante sigue cerrando sentidos hacia la individualidad y a la maneras únicas con la afectación de las subjetividades a la mayor vivencia de despojo y desolación. ¿Quién puede soportarlo? ¿Quién enfrentarlo?
La alegría, en una lógica colectiva que se hace cuerpo en particularidades y no generalidades, y en este hacerse crea existencia.
No multiplica, pero genera condiciones de existencia. Y esto es expansivo. La mezquindad es retractiva, se cierra en un punto de inexistencia.
No tiene un punto de sosten/particularidad. Pero es sotenida, el punto -ficción necesaria- solo se lo puede situar en el acto.
Es un plus, no un establecido. Un exceso. Es desajutada, descolocada de un tiempo mezquino. O dicho de otra manera: de la lógica de una temporalidad imperante hoy en día.
Es decir una lógica que hace lugar a la diversidad, lo extraño, le hace lugar a la cuestión-cuestionamiento- (por dura que sea la vivencia). Que del dolor, por lejano que sea este, no hace una fiesta ni celebración. Que también afecta en otros sentidos: dispara indignaciones, rabia.
Que sostiene un "hacer entre muchos" y esa es su mayor fortaleza. Porque es situacional pero no ajustada al presente.
La actualidad nos prepara bastante bien para no poder verla, sentirla, disfrutarla. Y sabemos ya que las afectaciones no solo dependen de la objetividad de lo acontecido, sino del encuentro. Éste es un desafio actual.
Un abrazo compañeras/os. omar córdoba 30/5/2008
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