3/25/2012

25-03-2012 | La Ciudad En un barrio copado por el narcotráfico los vecinos sacan a los chicos de la droga La cruda realidad toba de Juan José Paso y Travesía comenzó a cambiar. Lograron rescatarlos a través de talleres. “Ya no surcan las calles como zombies”, dicen. valorar Por María Laura Favarel / La Capital relacionadas En las esquinas no hay luz. Cuentan que “los pibes rompen las lámparas para poder drogarse sin que nadie los vea”. En la precaria barriada toba de Travesía y Juan José Paso, este consumo es un flagelo que ya se cobró la vida de decenas de adolescentes. El espacio de la comunidad está jaqueado por el narcotráfico y allí, lejos de la ayuda estatal, los propios vecinos se organizaron para poder rescatar a quienes cayeron en las redes de la adicción. Así, lo que parecía una utopía hoy es realidad. Más de 40 chicos dejaron de ser “zombies” y de surcar las calles sin sentido para sentirse útiles e insertarse en el mercado del trabajo. Son los primeros frutos del esfuerzo compartido de muchos que, para darle pelea a esa guerra desigual, se pusieron en movimiento y están cambiando algo que parecía destinado a la exclusión. Esta es su historia.    Miguel Medina habita en una de las casillas en el corazón del barrio Toba de Almafuerte y Travesía. Allí conviven 350 familias con un promedio de cinco hijos cada una. “Los problemas más graves los tienen los adolescentes y jóvenes que empiezan por desertar en la escuela, pierden la motivación y se quedan sin hacer nada. Entonces es muy fácil que caigan en la droga”, explica el hombre que fue elegido por la comunidad para coordinar acciones en el barrio. Preocupado por los jóvenes, armó una comisión que entró en acción.    Lo primero fue ir a la Municipalidad y a la provincia para ver si lograban alguna ayuda. “Pero, no nos dieron nada”, recuerda Miguel. Ante el primer “no” siguieron buscando y encontraron eco en organizaciones no gubernamentales (ONGs) y luego en empresas que se sumaron al proyecto. “Armamos talleres para que los chicos estuvieran ocupados y además pudieran conseguir un trabajo”, explicó el hombre. Así nació el proyecto Mapic ’Ala (Semilla del Algarrobo en idioma qom) .    Para empezar, lanzaron dos talleres, uno de albañilería y otro de panadería. “Con las empresas y las ONGs conseguimos la ayuda de los sindicatos y así la gente de la Uocra (Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina) y de los pasteleros facilitó los profesores para dictar los talleres”, dice.    El año pasado participaron 40 chicos, la mayoría jóvenes, parte de ellos papás y también chicas que son mamás. “Nuestro sueño era que algunos consiguieran trabajo, pero los resultados fueron mayores de lo esperado porque muchos están trabajando en empresas haciendo albañilería y también pastelería. “Esto nos pone muy contentos y este año vamos a ampliar el proyecto y organizar más talleres”, comenta Miguel feliz.    “Es increíble ver cómo cambian los chicos cuando se dan cuenta de que tienen la oportunidad de tener trabajo. Se esfuerzan por capacitarse”, relata María Fleitas, quien recorre el barrio buscando alumnos.    Y si bien no acabaron con la desgracia de la droga, muchos chicos empezaron a dejar la adicción. “Los talleres les dejan poco tiempo, los obligan a levantarse temprano y no se pueden quedar hasta muy tarde drogándose. Además, necesitan estar lúcidos para aprender”, señala María.    Además, los mismos chicos de albañilería arreglaron el centro comunitario y construyeron también un horno de barro anexo. Las ONGs y las empresas. “Si no fuera por la ONG Inicia tal vez habríamos abandonado todo”, reconoce Miguel. Es que esta entidad, que desembarcó en Rosario hace nueve meses, comenzó a elaborar proyectos educativos para promover la comunidad que fueron muy bien recibidos y hasta implementados en la comunidad Toba.    “Nuestro objetivo es que lleguen a ser autosustentables, que ellos mismos sean los futuros profesores de los talleres, los que impartan clases para prevenir adicciones o que generen redes para trabajar”, explica el miembro de Inicia, Luis Cardoso Ayala.    A su vez, se sumó Moverse, una organización que promueve la responsabilidad social empresaria y que buscó firmas que ayuden en este proyecto de la comunidad Toba. La propuesta de estas ONGs es generar una red de trabajo cooperativo entre empresas, instituciones y entidades que estén interesadas en sumarse a un programa integral de inclusión y contención en pos de la construcción de valor social.    Luis comentó que lo primero que hizo inicia fue un relevamiento profundo para ver qué necesidades había en la comunidad y generar un compromiso para armar un proyecto sustentable en el tiempo. “Trabajamos con María, fuimos viendo qué taller implementar, se fue sumando gente del barrio y así surgió Mapic ‘Ala que está ya en el segundo año”, remarca Miguel.    Este año van a agregar clases para hacer pizzas y después de heladería “pero tienen que pasar primero por pastelería, porque todos quieren hacer heladería de entrada”, aclara. También habrá nuevas actividades de albañilería, porque aprenderán a colocar cerámicos y después se agregarán clases de pintura.    A la vez, se sumó el programa Recrear con un proyecto destinado a los más chicos. Y también trabaja en el barrio el programa Andrés Rosario, con el objetivo de tratar los casos más difíciles de adicción. “Aquí empiezan desde los ocho años con el Poxi-ran”, acota María.    Junto con esto, la comisión de vecinos del barrio trazó planes para que pronto comiencen actividades deportivas y culturales, como danza, música y artesanías. “Es una manera de que no se pierda la cultura de la comunidad”, puntualizan.    Desde Inicia, que trabajará básicamente con jóvenes, se dedicarán a generar microemprendimientos porque ya observaron que hay posibilidades de armar cooperativas en el barrio. “Nuestro objetivo es que sean autosustentables y puedan salir adelante por sí misma” explica Luis, de la ONG Inicia. “Esta es nuestra primera intervención en Rosario y esperamos poder trabajar mucho más. Aquí, en el barrio Toba, encontramos muchas ganas y una clara decisión de salir adelante”, concluye mientras jóvenes ya capacitados en albañilería acarreaban escombros con una carretilla y limpiaban una zona cercana al centro comunitario. La próxima meta es pintarlo y para ello ya tienen el compromiso de Tersuave.

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